jueves, 18 de junio de 2009

LA VOLUNTAD GENERAL COMO TIRANÍA SOCIAL


"La Revolución francesa en la escuela de Jean Jacques Rousseau consideró como una tiranía todo lo que restringiera la libertad del individuo. A sus ojos, solamente podría restringir esta libertad la soberanía popular, voluntad de conjunto de los ciudadanos y expresión del Estado".

RENÉ SVATIER


Desde que el filósofo suizo Rosseau popularizó la idea de que la soberanía del Estado debía recaer en el poder legislativo de todos los ciudadanos, las clases dirigentes de las modernas democracias han luchado por dominar los medios con los cuales poder crear determinada "voluntad general", noción que bajo el disfraz de "consenso social" pretende imponer la ideología cosmovisional que mejor se adecue a sus intereses particulares.

Sobre esta cuestión, existen en la actualidad dos teorías que tratan de explicar de modo científico el poder persuasivo y avasallador de la "opinión pública". La primera de ellas es la llamada Espiral del Silencio de Elizabeth Noelle- Neumann. Para esta politóloga, casi todos los sujetos que conforman un todo colectivo poseen un "sexto sentido" para adivinar qué creencias, gustos u opiniones están mayoritariamente aceptadas o no. La razón de ello es el profundísimo terror al aislamiento que invade a los individuos que pertenecen a sociedades atomizadas, lo que les condena a una existencia puramente mecánica . Por supuesto, esta predisposición psicológica no podía pasar desapercibida a los grandes medios de comunicación.

Mediante la constante publicación de sondeos y encuestas, o utilizando peores artimañas de corte subliminal, los mass media no se limitan a señalar cuál es la opinión de la gente, sino lo que cree la gente sobre lo que opina la gente. En el caso específico de las encuestas, esta circunstancia permite asignar a ciertas posturas un respaldo mucho mayor del real, pues merced a este procedimiento no resulta difícil aprovecharse de que la mayor parte de los interrogados son incapaces de formarse una verdadera y personal opinión al respecto. Según esta hipótesis, estas personas tan sólo estarían capacitadas para contestar aquello que se supone tienen que pensar.

Por tanto, los medios de información no sólo tendrían el poder de tomar el pulso a la sociedad, sino también el de sugestionar a cada uno de los individuos avisándoles de qué ideas están "de moda" o están en trance de llegar a serlo. Aun más indignante es el hecho de que no pocas veces estas ideas no surgen espontáneamente de un sector social para ir ganando terreno hasta convertirse en "opinión pública", sino que son los propios media quienes directamente inventan tales tendencias. Este tiránico poder coercitivo tiene, además, la peculiaridad de que con el tiempo puede convertir en verdad aquello que en un principio era radicalmente falso. Aquí lo decisivo no es hasta qué punto la imagen a priori de la realidad social ofrecida por los mass media se ajusta a la realidad, sino cuánta gente está dispuesta a creérselo a posteriori.

La segunda de estas tesis fue planteada por dos norteaméricanos, Maxwell McCombs y Donald Shaw. Estos investigadores sostienen la teoría de la Agenda-setting, según la cual los medios de información serían los encargados de decidir qué elementos de la realidad son los más convenientes para las mentes de los receptores. La imagen de la realidad que opera en nuestras valoraciones y decisiones está condicionada por los conocimientos o informaciones que nos suministran, pero esta imagen no se obtiene de forma imparcial, sino mutilada y manipulada por los grupos de poder que manejan dichas fuentes de información. Así pues, los mass media no nos dictarían tanto qué puntos de vista debemos adoptar ante determinadas situaciones como imponernos una temática sobre la que han de girar nuestras opiniones. Quien posee la información detenta el poder para enfatizar o silenciar según qué hechos con el fin de trazar una hoja de ruta que la "opinión pública" sigue sin darse cuenta.

Ambos planteamientos son a día de hoy dos de los argumentos más convincentes para indagar y cuestionar el supuesto "marco de libertades" que se deriva del respeto casi religioso que en la actualidad se profesa a la voluntad general, un respeto que sólo conduce a la dictadura de los que conocen sus entresijos y cuentan con el apoyo mediático y financiero para su creación y posterior difusión.